Trastornos respiratorios del sueño
Los TRASTORNOS RESPIRATORIOS DEL SUEÑO comprenden un grupo de enfermedades crónicas muy comunes en nuestro medio y exigen una alta demanda de atención médica. El más común de estos trastornos es el SÍNDROME DE APNEA HIPOPNEA DEL SUEÑO (SAHOS), siendo una de las ENFERMEDADES RESPIRATORIAS CRÓNICAS con mayor prevalencia en el mundo. Tan sólo en la ciudad de México se estima en adultos de 40 años o más una prevalencia poblacional del 4.4% en hombres y 2.4% en mujeres.Este trastorno se presenta con mayor frecuencia en hombres que en mujeres, en una relación de tres a uno. Se debe a un factor hormonal protector en las mujeres, pero tras la menopausia se equipara la incidencia.
El RONQUIDO se define como el ruido que produce el aire al pasar por una vía aérea superior estrecha. El SÍNDROME DE APNEA HIPOPNEA DEL SUEÑO (SAHOS), es un trastorno caracterizado no sólo por la presencia de ronquido, sino por por la presencia de un número anormal de episodios intermitentes en los que se INTERRUMPE el FLUJO RESPIRATORIO durante el sueño.
Cuando esta interrupción es total, se le denomina APNEA, y cuando es parcial y existe además una disminución en la saturación de oxígeno, se le denomina HIPOPNEA.
El CIERRE DE LA VÍA AÉREA SUPERIOR ocurre cuando la presión intraluminal (interna) de la faringe, se ve excedida por fuerzas colapsantes y por una mayor presión negativa dentro de la faringe.
Clínicamente el ronquido no conlleva ningún riesgo de importancia para la salud. Sin embargo, no se puede decir lo mismo de los pacientes que además de roncar, hacen pausas respiratorias durante el sueño (APNEAS).
Las APNEAS e HIPOPNEAS durante el dormir generan cambios en la capa interna de los vasos sanguíneos (endotelio) mediados por una disminución de oxígeno intermitente. Asimismo la presencia de despertares o alertamientos secundarios a los eventos respiratorios, conlleva a la fragmentación del sueño y a una mayor secreción de adrenalina. Esto es responsable de numerosas consecuencias como somnolencia diurna, cambios en el estado de ánimo, alteraciones en la memoria, disminución del apetito sexual, accidentes de tránsito, hipertensión arterial sistémica, hipertensión pulmonar, dolor de cabeza por las mañanas, enfermedades cerebrovasculares y alteraciones metabólicas, los cuales han sido modificados favorablemente cuando se recibe un tratamiento adecuado y oportuno.
Dentro de los factores que pueden INCREMENTAR el riesgo de padecer apnea encontramos:
- Retrognatia mandibular: Maxilar inferior que es más corto en comparación con el maxilar superior y que se encuentra en retroposición (hacia atrás).
- Retrognatia del maxilar superior: Maxilar superior pequeño y/o que se encuentra en retroposición. Se evidencia clínicamente con depresión del tercio medio facial.
- Alteraciones anatómicas en cavidad oral como úvula o campanilla elongada, paladar blando largo o lengua muy grande, amígdalas y/o adenoides crecidas,
- Obstrucción nasal (desviaciones del tabique, cornetes agrandados, pólipos, tumores, alteraciones en las válvulas nasales)
- Cuello ancho y corto
- Obesidad, entre otras.
En el DIAGNÓSTICO de esta enfermedad, es de vital importancia la información que refiera la pareja del paciente, ya el enfermo no siempre es consciente de la importancia del problema. Es la pareja o quien lo observa mientras duerme, quien refiere la existencia de ronquido, movimientos corporales frecuentes y presencia de interrupciones frecuentes en la respiración.
Para hacer un DIAGNÓSTICO CORRECTO, se lleva a cabo un estudio de sueño, también llamado POLISOMNOGRAFÍA. En ella se realizan registros del flujo del aire, esfuerzo ventilatorio, la oxigenación sanguínea, la frecuencia cardíaca y si es posible, también las fases del sueño por las que pasa el paciente. Además de diagnosticar el trastorno, este estudio permite clasificar la severidad de la apnea según el número de pausas respiratorias, la duración de éstas, la desoxigenación que producen y su asociación con la frecuencia cardíaca.
El TRATAMIENTO de este trastorno siempre debe siempre individualizarse. Dependerá del historial del paciente, la causa que lo genera, así como la sintomatología que refiera el paciente. Primero se comienza con modificaciones en el estilo de vida, como la disminución de peso, evitar alcohol y medicamentos que relajen el sistema nervioso central como los sedantes, dejar de fumar, entre otros. En caso de falla, se procede al manejo médico, quirúrgico, o ambos, dependiendo cada caso en particular.
Si usted cree que pueda padecer este problema del sueño, debe acudir a valoración con un otorrinolaringólogo certificado para lograr un diagnóstico y tratamiento oportuno, que mejorará significativamente su calidad de vida y evitará secuelas permanente.
Dr. Raúl Ortiz Hofmann
Escrito por: Dr. Raúl Ortiz Hofmann